Cuando los barcos de Francisco Pizarro arribaron a las costas españolas, hacia 1537, tras la conquista del Perú, traían en sus bodegas un tubérculo, Solanum tuberosum, que en quechua los indígenas denominaban «papa».
Al principio hubo mucha resistencia a su cultivo y consumo, ya que algunas leyendas la tildaban de venenosa.
Dos siglos tardó en popularizarse y en gran parte se debió al agrónomo y nutricionista de la corte de Luis XVI Antoine Agustin Parmentier , que divulgó sus propiedades en sus libros.
Desde entonces se convirtió en un alimento básico.
Sus beneficios, entre ellos su contenido en vitamina C , potasio y hierro, la avalan.
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